Del Vientre a la Tierra — Nacimiento de la Paz y la Armonía

Nuestro deseo más profundo es ser felices, sentirnos en paz y contentos sin esfuerzo.

Si estamos en un camino espiritual, habremos aprendido que la paz y la felicidad duraderas son un «trabajo interno». Se trata de reconocer nuestra esencia indestructible: la alegría radiante en el centro mismo de nuestro Ser. Es una felicidad que no depende de nada más. Se trata de una paz y una alegría interiores que no requieren que el cuerpo, la mente o el mundo sean diferentes de lo que son ahora mismo.

Como padres, ¿podemos preparar el terreno para que nuestros hijos también experimenten la alegría eterna de su verdadera naturaleza? ¿Y cómo se vincula esto con las relaciones interpersonales armoniosas y la llamada «paz mundial»?

Desde el momento de la concepción de tu hijo, pasando por la gestación y el parto, y luego los años de paternidad, sí que puedes alimentar la paz y la armonía. Puedes ayudar a tus hijos a aprender a ser felices incluso en circunstancias difíciles.

La paz mundial empieza y termina con unas relaciones interpersonales respetuosas y armoniosas, que comienzan con una relación sana contigo mismo, que depende en gran medida del descubrimiento de tu Divinidad inherente: tu verdadera identidad como Conciencia Pura.

CREACIÓN Y DESTRUCCIÓN EN EL MUNDO NATURAL

Como seguramente habrás notado, la madre naturaleza tiene estados de ánimo iracundos y pacíficos. Hay valles de montaña que resplandecen con suaves flores silvestres. También existen estruendosas avalanchas. Existe la belleza prístina de un tranquilo amanecer y la fuerza furiosa de un huracán. Está la armonía de los pájaros cantores y la acalorada persecución de una leona tras su presa.

El mundo natural se define por ciclos de creación y destrucción. La trinidad hindú de Brahma (el creador), Visnú (el preservador) y Shiva (el destructor) representa la sabiduría de esas transformaciones. Por cada nacimiento, hay una muerte. Todo lo que aparece acaba por desaparecer. Así son las cosas.

Por tanto, la violencia -en el marco de la muerte/destrucción- no es un problema. Está ocurriendo todo el tiempo. Las cordilleras ascienden y luego descienden, a lo largo de milenios. Los frutos maduros caen de las ramas, se descomponen para convertirse en abono o alimento para las raíces del árbol. Y las células de nuestro cuerpo humano están continuamente muriendo y renaciendo, que es lo que hace posible la curación.

EL VERDADERO CULPABLE

Si la muerte, la destrucción y la transformación dramática no son un problema -sólo la forma en que baila el mundo natural-, entonces ¿cuál es la fuente del sufrimiento psicológico, el descontento, el malestar y esa sensación de carencia que nos corroe?

Lo que los maestros espirituales nos dicen es que la raíz del sufrimiento psicológico es la ignorancia de nuestra Verdadera Naturaleza. Esa ignorancia es el único problema real, pues resolverla nos permite acceder a la paz y la alegría incondicionadas.

¿Significa esto que no tomamos medidas para transformar nuestros cuerpos, mentes y circunstancias mundanas? En absoluto. Sólo que nos dedicamos a esas actividades desde la felicidad, en lugar de depender de que esos cambios nos den la felicidad.

Entendemos que la verdadera fuente de felicidad duradera no está en el mundo, sino en el núcleo indestructible de nuestro Ser.

DISOLVIENDO LOS RESIDUOS DEL TRAUMA

Si la muerte y destrucción -a gran o pequeña escala- forman parte del funcionamiento del mundo natural, ¿cómo debemos entender el trauma físico o psicológico?

El trauma se produce cuando el cuerpo y la mente no son capaces de digerir completamente un acontecimiento percibido como peligroso, por lo que un residuo de este acontecimiento permanece en el cuerpo y/o en la mente subconsciente, incluso después de que el peligro haya pasado. Estos residuos del trauma nos impiden estar plenamente presentes en el aquí y ahora.

Ante una amenaza potencial para la seguridad del cuerpo, el sistema nervioso simpático activa la respuesta de lucha-huida-congelación. Esto maximiza el potencial de supervivencia del cuerpo, por lo que, en momentos de peligro real, es algo realmente bueno.

Pero cuando quedan residuos del trauma, el cuerpo-mente tiende a quedarse atascado en el modo de lucha-huida-congelación. Su capacidad para relajarse de nuevo en el modo de descanso y digestión del sistema nervioso parasimpático se ve obstaculizada.

EL NACIMIENTO DE UN NUEVO MUNDO

La buena noticia es que los residuos del trauma pueden resolverse. Podemos soltarlos por completo, liberarlos totalmente del cuerpo-mente. Y para las madres y las futuras madres, hay muy buenas razones para emprender este proceso de curación.

El sistema nervioso de la madre está profundamente entrelazado con el sistema nervioso de su hijo intrauterino y del recién nacido. Por tanto, un sistema nervioso materno sano y sin traumas se traduce en un sistema nervioso sano para el bebé.

Cuando el sistema nervioso funciona de forma equilibrada y armoniosa, incluso las experiencias desafiantes pueden ser digeridas, sin dejar residuos de trauma en el cuerpo-mente.

Las disciplinas centradas en el cuerpo, como el yoga, el tai-chi y el Feldenkrais, son herramientas excelentes para desenredar los residuos físicos del trauma. Además, la hipnoterapia es una herramienta maravillosa para apoyar la resolución de los residuos físicos y psicológicos del trauma.

EL MUNDO QUE APARECE DENTRO DE MÍ

La verdad, el amor y la belleza pertenecen a nuestra Verdadera Naturaleza. Son lo que da el brillo, el verdadero valor y el sentido absoluto a nuestras experiencias vitales. Nunca pueden ser amenazadas, nunca pueden ser realzadas ni degradadas. Sólo se pueden acoger más plenamente.

Este es el tesoro que perdura siempre radiante e indestructible frente a los patrones de creación-mantenimiento-destrucción que definen el cuerpo, la mente y el mundo.

Lo que somos esencialmente es el infinito «espacio» eterno de la Conciencia Pura, dentro del cual el mundo aparece y desaparece: día a día, año a año, momento a momento. Comprender esto es la expresión más verdadera de la «paz mundial».

Lo que también es cierto es que cuando despertamos a nuestra Verdadera Naturaleza, nuestro cuerpo-mente humano se convierte en un campo de energía curativa, donde la desarmonía tiende a transformarse naturalmente en armonía, la crueldad en bondad, la confusión en claridad. Y éste es el mayor regalo que podemos hacer a nuestros hijos.