Presencia

¿Y SI VIVIMOS CADA MOMENTO COMO SI FUERA EL ÚLTIMO?

Sin aferrarnos a las cosas, con plena liberación y aceptación, perdonados y perdonando, reconociendo la inmensa gracia del amor en todas partes, en comunión con el misterio que forma parte de cada inhalación pasajera y con la experiencia de plenitud que está en la raíz de cada exhalación. ¿Cómo sería de diferente la vida? ¿Qué harías de forma diferente si entendieras que quizás ahora mismo es tu única oportunidad para una vida plena? ¿Cómo se sostendrían las metas, los sueños, las aspiraciones y cómo las llevarías a cabo?

He reflexionado sobre esto antes, mientras cargaba a mi hijo. Me di cuenta de que mi tacto cambiaba a medida que vivía el momento, de un abrazo muy relajado y apenas presente a un abrazo encarnado, con todos los sentidos presentes en la experiencia que se sentía más allá de la piel. Estaba en comunión con él, con su piel, su olor y su calor, con sensaciones y sentidos tanto físicos como sutiles, tanto cómodos como incómodos. Sentí una sensación de totalidad, es decir, el momento se sentía completo y yo me sentía completa en el momento, y no había diferencia entre el momento y yo, todo era, y yo estaba con él. La experiencia evolucionó hacia una sensación de paz expandida, a la vez vacía y llena, hacia una invitación silenciosa, una acogida de lo sagrado como presencia y conciencia.

¿Qué pasaría si viviéramos empapados de la esencia viva de la presencia dando paso ampliamente a una sensación de plenitud minuto a minuto? ¿A qué nos aferraríamos entonces? ¿Y qué significa aferrarse o dejarse llevar? ¿Cuál es la carencia dentro de nosotros mismos que da lugar a este suceso? Seguramente, debe haber una causa raíz, afirma mi mente de hipnoterapeuta, pero ¿la hay? ¿Existe un espacio en el que la experiencia de aferrarse y soltar se encuentran y luego se disuelven, dando paso a una realidad diferente? ¿Un cambio de paradigma, quizás? ¿Qué aspecto tendría eso si nos atreviéramos a ir tan lejos como individuos, como padres, y luego colectivamente?

Es una práctica activa, como dicen todos mis maestros, y para mí, la práctica me lleva a un estado de recuerdo. Cada día y cada momento es una oportunidad para tocar y profundizar en la dirección de la presencia. Cada momento nos invita a una apertura más profunda, a una expansión más amplia y a una realización más encarnada de quiénes somos realmente y para qué sirve esta vida. A veces la práctica es muy sencilla, tan simple como abrazar a mi hijo.

Practiquemos la presencia todos los días y en cada momento.

PRESENCIA – UNA MEDITACIÓN